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domingo, 30 de enero de 2011

SAO, en proceso de beatificación



Por: Horacio Cárcamo Álvarez
El entusiasmo de diciembre en Magangué parecía de fiesta patronal. El motivo, la súper tienda SAO. El parecido era con la aldea de José Arcadio Buendía cuando llegaba la familia de gitanos con los últimos inventos de los sabios alquimistas de Macedonia o los de judíos de Ámsterdam; el alborozo supero la tristeza acumulada durante tantos años de frustración.
La algarabía era comprensible, ante tanto tiempo de ayuno se había erradico de los sueños la capacidad de expectación. El sector público a pesar de la riqueza que administra no fue capaz de crear polos de desarrollo con capacidad de impactar la calidad de vida de los Magangueleños a través de la inversión social.
Me llamo mucho la atención la rapidez como olvidamos al emblemático Mercaya, y lo digo porque a pesar de la grosería de sus cajeras, uno que otro ratoncito merodeando los anaqueles, la ruin actitud al cobrar una bolsita adicional este mercadito fue lo más parecido a la modernidad. Para quienes llegaban de los corregimientos y aún, para quienes viven en nuestras barriadas era el coloso comercial.
Una mega tienda, invento del capitalismo para promover sociedades de consumo llego con varios lustro de atraso a salvarnos del siglo XX donde nos atascaron los malos gobiernos. La mole contrasta con el estado de deterioro de la ciudad, que cada vez más parece tierra arrasada.
Mi a amigo Pocho dice que en SAO se respira un ambiente citadino en medio de la barbachaneria cotidiana, otros dicen que es un milagro en un paciente terminal. Y no exageran, Magangué agoniza por todo, y se perdió de la senda del desarrollo, como se pierden los barcos cuando se desamarran para terminar de arder lejos de los puertos en los que en otros tiempos reposaban la gloria.
El modelo político en Colombia promueve la corrupción electoral y ha convertido la administración pública en un regalo que cae del talego de Papá Noel. Tanta es la indelicadeza de algunos gobernantes que prefieren se pierdan las platas de inversión si ellos no ganan. La necesidad y los padecimientos de la sociedad no cuentan al momento de priorizar los intereses.
La ignominia es tal, que hacen más de quince días los recursos destinados a aliviar la desgracia de los damnificados del invierno se encuentran en una cuenta sin poder girarse a sus destinatarios porque los gobernadores no han escogido al operador que los administrara; el ministro de gobierno y la procuraduría amenazan haber si consiguen una actuación consecuente con la tragedia. Se especula en los corrillos que la tardanza la motiva la definición de comisiones y compromisos politiqueros que deben adquirir quienes salgan designados.
Como en la aldea de Macondo donde a los inventos presentados por el Melquiades el viejo gitano se le querían atribuir poderes asombrosos, a los propietarios del SAO se les invoca para que hagan milagros; hay quienes han llegado a pedirles un alcalde que pavimenté las calles, preste un servicio de salud digno, recoja las basuras, brinde educación de calidad y garantice seguridad y movilidad.
Si ellos han creado en este moribundo pueblo un pequeño entorno que parece al de cualquier ciudad moderna del mundo, son capaces de todo. La beatificación es merecida.

1 comentario:

  1. Es mejor sacar SAO del proceso de beatificacion, y como hicieron con nuestro ultimo PAPA, declararlo "santo subito"

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