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sábado, 28 de enero de 2012

Se acabó el recreo



Por: Horacio Cárcamo Álvarez
No se puede aplazar la discusión sobre la situación social del municipio con el fin de definir estrategias que permitan avanzar; primero: en el forjamiento de una sociedad más equitativa y justa y segundo: en los logro de las metas de desarrollo del milenio,
Se acabó el recreo, y hay que trabajar en esa dirección o de lo contrario llegaremos al punto donde el retorno será muy difícil. Ciudades vivas como Magangué no pueden dejarse coger de las tareas porque los volúmenes acumulados resultan complicados de evacuar y exigen luego mayores esfuerzos y recursos. Con aplazar el estudio y la confrontación del problema solo se logra aumentar su complejidad e intensidad.
Magangué afronta los problemas propios de las ciudades grandes y medianas del mundo: espacio público, movilidad, seguridad, servicios domiciliarios, exigencias en salud y educación, y democratización. Cada uno de ellos en gran medida consecuencia del proceso de urbanización acelerado en el afán de mejores ingresos, calidad de vida, acceso a la tecnología y, en no pocos casos, por el desplazamiento forzado por hambre o violencia.
Los organizadores de las festividades de la Virgen de la Candelaria han tenido a bien aprovechar el momento de fervor religioso para hablar de temas trascendentales en el desarrollo del municipio desde la perspectiva de la cuenca del Río Grande. Suponemos este ejercicio como el preludio de lo que viene en la discusión del plan de desarrollo y el plan de ordenamiento territorial donde se definirán reglas del nuevo pacto social, el cual desde nuestra óptica debe propender por convertir la asociación de ciudadanos en un cuerpo moral y colectivo que defienda sus derechos y los interés de la sociedad desde lo público.
La educación es de los temas de la agenda, y resulta pertinente que así sea; sobre todo cuando se ha insistido en que es un mecanismos para disminuir la brecha social y a demás, sus resultados en cobertura y calidad, al igual que en el departamento y el país, no son para nuestro municipio los mejores a pesar de grandes esfuerzos e importantes inversiones.
En cobertura donde mejor nos va la deserción intra-anual es superior al 4%. La inter-año se torna preocupante si se tiene en cuenta que solo en el tránsito de 9 grado (1927 matrículas en el año 2009) a décimo (1727 en el año 2010) esta fue de 10.37 %; 200 alumnos menos en el sistema educativo de un año a otro.
El panorama en calidad no es menos desalentador de acuerdo a los resultados en las pruebas censales Saber e Icfes. En las primeras los promedios obtenidos son inferiores a los del departamento y la nación; y las segundas, en el 2010, quedaron lejos de colmar las expectativas.
El análisis del sector educativo no se puede hacer en blanco y negro, y además, demanda una alta dosis de humildad; sobre todo, si se tiene en cuente la existencia de problemas motriz que lo impactan como el hambre y la desnutrición. La salud y la nutrición del niño hay que cuidarla desde antes del nacimiento. De esto depende el éxito o fracaso escolar ha señalado el Banco Mundial.
Cuenta Oppenheimer que en una entrevista le pregunto a la presidenta de Finlandia: ¿cómo hizo para pasar su país de una economía agrícola exportadora de madera, a una exportadora de alta tecnología? Y ella le respondió: sencillo, y se resume en tres palabras: educación, educación, educación.

domingo, 22 de enero de 2012

En medio del dolor


En medio del dolor
Por: Horacio Cárcamo A
Otra vez, por cuenta de la acción criminal de sicarios la gran familia magangueleña y en particular la de Yadira Borrego Herrera se viste de luto. Sin atenuantes el dolor que causa la muerte injusta de esta mujer destacada en bondades lacera los corazones de quienes la quisieron y compartieron con ella en la cotidianidad de la vida y el trabajo; también hiere profundamente a toda la sociedad que le toca llorar sin consuelo posible la partida de sus mejores hijos cuando más se aboga por la justicia y la paz.
En las sociedades modernas es imposible concebir la muerte como un instrumento de lucha política o de cualquier tipo; el tiempo de los barbaros quedo como recuerdo negro en la historia de las civilizaciones y nadie puede connotar como un derecho el disponer de la vida de sus semejantes por la superioridad que le da el poder de las armas o la riqueza.
Desde hace mucho tiempo la violencia nos desangra y es además el gran cáncer que carcome la nación. Muchas son las generaciones de colombianos a las que nos toco ver abaleado a un amigo familiar o líder, gestores de sueños e ilusiones. Desde el inicio de la república nos matamos por cualquier razón como si este fuese un camino inexorable. Posiblemente la crueldad de las guerras de independencia hayan desarrollado en los colombianos el gen de la violencia y esta malformación genética sea la causa que nos impulse a matarnos por todo, Dios nos libre de ese designio si es así.
Cuántos muertos faltan para terminar con este espiral de desgracias? Tamaño interrogante orbita en el pensamiento de la gran mayoría, como nave que pierde el control en el espacio, y en medio de tanta incertidumbre nos asaltan nuevamente los miedos envueltos en otro interrogante: quien será el próximo muerto? Cualquiera podría ser, incluso nosotros mismos, si estamos en un país donde se mata por lo que se piensa, habla o escribe; donde, como en la canción ranchera, la vida no vale nada, o para ser más exactos: donde la vida vale menos que un celular.
De bueno los miedos no han sido suficientes como para cohibirnos el derecho a expresar el repudio y la indignación contras los asesinos, contra los mercaderes de la muerte, esa especie de monstruos que van por ahí llenando hogares de huérfanos y viudas. Las calles han sido testigo de los claros mensajes de rechazo que la sociedad colombiana envía a todos los señores de la guerra. A guerrilla, paramilitares, bacrim o delincuencia común; no se les quiere, sus métodos de odios nos lastiman en demasía y avergüenzan ante el mundo.
El sepelio de Yadira Borrego fue un momento eterno de expresión de amor y solidaridad con su familia y su hijita; también fue un acto colectivo de malestar y rabia contra quienes segaron su existencia. No es fácil llevar a su última morada a personas útiles a la sociedad, al Estado y la familia cuando están en pleno torrente de vida y productividad. Eso duele demasiado en el alma de los pueblos.
Sin embargo, y a pesar de todo, el dolor y los miedos no nos pueden abatir; debemos mantenernos firmes en el umbral que conduce al palacio de la paz, y seremos, como dijese el apóstol de los derechos civiles y la democracia, Martin Luther Kingn, capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

jueves, 19 de enero de 2012

Tiempos difíciles



Por: Horacio Cárcamo Álvarez
Si quisiera Marcelo podría tomar de aquel famoso discurso de Winston Churchill pronunciado en la casa de los comunes del parlamento del Reino Unido, la frase: “no tengo nada más que ofrecer que sangre, sudor y lágrimas”.
Churchill le anunciaba a su gente que cualquier necesidad o compromiso sería desplazado por el objetivo final que imponía el bombardeo de los ejércitos nazis. No había, no podía existir por el decoro y la supervivencia de los ingleses un objetivo distinto al de la victoria “por largo y duro que fuese el camino”.
Aunque parezca exagerada la comparación es útil, y lo es más por el estado de postración en el que se encuentra Magangué demandando todo: servicios públicos domiciliarios, salud, educación, recreación, comida, y dignidad; acá en los términos de Churchill la victoria no hace referencia a la rendición militar del ejército invasor, sino a la conquista de la decencia administrativa, sin ella todo lo demás costará demasiado.
Los tiempos son difíciles y después del triunfo electoral falta mucho por recorrer y precisamente el camino que nos corresponde andar no está despejado de obstáculos e incomprensiones; aún así, hay fe en el mañana, se rescato del ostracismo los sueños políticos aniquilados por la opresión y la confianza en el líder nos ha convencido de la posibilidad de soñar con un mejor futuro.
Hay que liberar lo público, y hacerlo no consiste precisamente en relevar a estructuras clientelistas del presente reciente por las del pasado. La dinámica de los relevos cíclicos producen lo mismo, lo que hay: pobreza, ruptura del tejido social, indiferencia, anarquía y frustración. Nadie puede imaginarse su cercanía con el alcalde como la conquista de un territorio que a usanza de otros tiempos les entregaban a los conquistadores el derecho a levantarse con la riqueza encontrada.
Marcelo prometió cruzar el Rubicón de la corrupción para devolver a la sociedad la confianza perdida ante el desgreño generalizado, que hoy tiene al municipio en situación de inviabilidad administrativa. Mucha expectación hay al rededor del equipo escogido para llevar la vocería de la administración en las respectivas secretarías de quienes se espera actúen en consonancia con el alcalde. Si logran instalar la decencia administrativa en el palacio del gobierno el pueblo comprenderá la demora en las realizaciones materiales, no importa la tardanza si la ética preside las actuaciones públicas.
Quienes han estudiado la crisis mundial del momento han coincidido en que la razón no es sola económica. El mundo en general experimenta un problema ético y de valores. En las movilizaciones de los indignados se reclama con insistencia un comportamiento ético a las personas que ostentan el poder. El mensaje también es para Magangué. Es tiempo que los pocos beneficiados con grandes riquezas a expensa de la miseria colectiva se desactiven, que es desactivar una bomba de tiempo en cuenta regresiva.
Alfredito Amín en su columna titulada “Convocar, convocar y convocar” le propone al alcalde que concite a la sociedad. Mejor idea difícil. Convoque a todos, haga de la participación ciudadana un componente real de gerencia pública. Convoque a quienes no están pendiente de contratos o beneficios personales, a quienes solo desean el resurgir de Magangué y para quienes la única contraprestación anhelada es la convivencia, la justicia y la paz, estos ciudadanos son imprescindibles.

lunes, 9 de enero de 2012

Año nuevo, gobierno nuevo



Por: Horacio Cárcamo Álvarez
El 25 de diciembre apenas despuntando el día conocí en la puerta de mi casa a una niña que escasamente podía alcanzar los diez años. Tenía la dulzura y el encanto de todas las personas de su edad, pero sus ojos reflejaban el dolor que produce la carga pesada de la indolencia de la sociedad y la que genera la bellaquería de los malos gobiernos.
Mientras algunos niños jugaban con los regalos recibidos del niño Dios mi amiguita accidental vendía arepas en una tártara, negocio que no era de su mamá, sino de una tía que le daba a ganar dos mil quinientos pesos si las vendía todas. Esos recursos más lo que lograban la hermanita mayor un año haciendo oficios en otra casa y los que la mamá percibía ocasionalmente lavando ropa ajena constituían los ingresos de la familia, el padre las había abandonado, posiblemente avergonzado por no poder resolver las penurias de la pobreza.
Mi amiguita y su hermana no van a la escuela, no lo han hecho nunca, no saben ni leer ni escribir; en la era del conocimiento son analfabetas. Los niños pobres no tienen otra; tienen que escoger una de dos: comen o se educan. Por desfortuna el hambre puede más que los saberes; el tronar de las tripas logra más que la ignorancia. Por respeto a esos seres humanos no quiero expresar lo que les depara con seguridad el futuro si el gobierno y la sociedad no actúan diligentemente.
Esas dos niñas son apenas el reflejo del modelo de sociedad insolidaria e inequitativa que debe expirar con el liderazgo del primer empleado del pueblo, como se hace llamar el alcalde. Así algunos pocos tengan otra cuenta el triunfo electoral del treinta de octubre fue el resultado de la indignación de los magangueleños que se levantaron contra la corrupción que tiene padeciendo a cientos de familia como la de mi amiguita; sin educación, sin salud y con hambre. A Marcelo nadie lo llevo a la alcaldía, el condujo al pueblo a la victoria.
El presidente Correa ha dicho que en América Latina ganarse las elecciones no es ganarse el poder; es esta la razón que motiva a defender la obra del alcalde y a respaldar sus actuaciones para que el poder no salga de la heredad del pueblo. Las revoluciones no se hacen para ganar y luego entregarlas, hay que defenderlas con identidad de clase y política. El poder no es para hacer lo mismo; es el instrumento para lograr las transformaciones.
El año nuevo se inicio con gobierno nuevo, y la posesión del líder la convirtió la sociedad en un acto de fe y de convocatoria al futuro. La avenida Luis Carlo Galán por momento parecía la plaza de la revolución en la Habana un primero de mayo y las acampadas de los indignados, en Tahrir, Sintagma y la plaza del Sol. Qué bueno sería que ese espacio de la avenida se conociera como el “sector de la libertad”, habida cuenta fue ahí donde el pueblo convalido el rescate de las riendas de su destino como lo expreso Marcelo.
Todo se alinea del lado de Marcelo, que es la orilla del pueblo. Hasta la naturaleza mostro su regocijo con la felicidad de la gente el dos de enero. Esa tarde de la democracia el Sol se oculto temprano para que el calor canicular diera paso a una brisa suave y rica que refresco el ambiente y luego transportó al presidente Santos a este puerto.
Presidente Santos: no deje solo a este hombre providencial en quien hemos depositado nuestros sueños. Ayúdelo, ayúdenos. No quedo nada, todo está por hacer.