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sábado, 2 de julio de 2011

Los indignados



Por: Horacio Cárcamo Álvatrez
Un pequeño libro, no tiene más de 30 páginas, escrito por Stéphane Hessel se ha convertido en cuerpo de doctrina de la protesta social en España, y no es para menos.
“Indignaos”, el texto escrito en una prosa agradable plantea con absoluta sencillez el deber de la rebeldía e invita a “una verdadera insurrección contra los medios de comunicación que no proponen como horizonte para nuestra juventud más que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”.
Hessel de 93 años, veterano del movimiento de resistencia y de las fuerzas combativas de la Francia libre (1940-1945), ha manifestado que su indignación fue contra el nazismo, él mismo conoció los horrores de los campos de concentración. Para Hessel la indignación de hoy es contra la absoluta decadencia, e invita a los jóvenes a indignarse contra algo en este mundo donde las cosas insoportables son muchas.
En su obra, best seller en Europa, el autor recuerda a los jóvenes que no pueden pasar de agache; les advierte que justificarse en el “yo no puedo hacer nada, yo me las apaño” solo les alcanza para lograr la resignación y mantener el statu quo del cual solo se benefician una minorías con privilegios. Si los jóvenes se comportan así, sentencia, pierden unos de los componentes indispensables del ser humano: “la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella”.
Los españoles se resisten y se movilizan. La desesperanza les invadió el futuro y en las plazas expresan el desencanto con el presente. Las protestas del mundo Árabe cruzaron el Mediterráneo y se estacionaron en la Plaza del Sol donde los indignados reclaman cambios. Son muchas las razones de la indignación: crisis hipotecaria, de seguridad social, desempleo y por los salarios, que dejaron de ser el soporte de los derechos sociales.
La protesta, además, deslegitimo a los partidos políticos a quienes consideran agentes de la economía de mercado y responsables del deterioro de la sociedad de bienestar. Como el mayo francés del 68 los jóvenes en frases cortes escriben grandes compendios doctrinarios que diagnostican la problemática: “me sobra mes al final del salario”, “no falta dinero, sobran ladrones”. “esto no es una crisis, es una estafa”, son algunos de ellos.
Hessel afirma: “en situaciones como la presente, no deben existir espacios para la resignación o la apatía”. De igual manera invita a la protesta pacífica; “la violencia vuelve la espalda a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir”. Es una referencia para quienes insisten en las armas como medio de obtener los saltos sociales. Hoy las revoluciones se hacen a través de las redes sociales, con la protesta y la irreverencia.
Por que en Colombia no nos indignamos? Buena pregunta; un país donde la mayoría están por debajo de los niveles de pobreza; abusados por políticos inescrupulosos, malos gobiernos, empresas de servicios públicos haraganes y estafadoras, guerrillas, paramilitarismo y delincuencia común es para que la protesta no cesara. La respuesta puede ser poca educación; la escasa escolaridad nos mantiene esclavizados, encadenados al cepo de la resignación.
Solo la farc-ep nos indigna, y se lo notificamos en las marchas, pero no es la única que nos produce daño.