Emotivo como en todas las liberaciones resulto el recuentro del sargento Moncayo con la civilización y su familia. Los corazones de Colombia se compungieron, y no era para menos, un hombre secuestrado 12 años en contra de su voluntad alcazaba el más preciado derecho, la libertad.
La trasmisión por la tv nos permitió conocer en dimensiones reales la crueldad del secuestro y el dolor de quienes lo padecen. Resulta difícil para la imaginación ver a un ser humano que después de 12 años atado física y moralmente por cuenta de las cadenas y el capricho de otros regresar sin rencores y hablando de paz. Tremendo ejemplo para quienes desde la tribuna agitan la hoguera de la guerra.
La Farc-ep perdió el norte de la historia. La derrota para ellos no es precisamente la que le profiere con contundencia las armas del ejército sino, la que reciben de sus propias víctimas, quienes no la validan ni justifican a pesar de cautiverios prolongados. A demás de la comunidad internacional que reprocha sus métodos violentos calificándolas de terroristas. Amén de la opinión nacional que la desprecia.
Hacen 22 años don Guillermo Cano preguntaba ¿por qué no ensayamos la paz? El interrogante sigue siendo pertinente. En estos últimos cincuenta años, utilizando palabras del mártir, lo único que hemos visto es correr sangre de compatriotas que solo ha servido para esterilizar el porvenir. En la guerra los gestos positivos del adversario merecen alguna valoración, y si cierto es, que la guerrilla de la Farc-ep no convoca la confianza pública, no lo es menos, que la liberación unilateral de secuestrados que se pudrían en la selva tiene una connotación política.
La guerra no puede ser contra la paz, sino por la paz. Por eso resulta extraño que cada que alguien plantea una solución negociada del conflicto armado los alcones disparen ráfagas y peor, que el solo hecho de hacerlo nos convierta automáticamente en áulico de la guerrilla.
Hoy es el mejor momento para iniciar el intercambio humanitario y a partir de ahí mirar que tan posible resulta una negociación política de paz. Razones: la guerrilla no tiene ninguna posibilidad de tomarse el poder a través de las armas, la guerrilla esta derrotada políticamente; tanto que el respaldo popular interno es cero, y la comunidad internacional, por lo menos la más visible la consideran terrorista.
Human Rights Watch y la UNO muchas veces en sus informes han denunciado las atrocidades de la Farc-ep contra el DIH. Después de la caída de las Torres Gemelas la capacidad de maniobrar se les redujo, y gobiernos que le coquetearon como el de Chávez y Correa hoy la niegan más que Pedro a Jesucristo.
Militarmente la suerte para la guerrilla no es mejor. Perdieron la capacidad de movilidad y reducidos en sus madrigueras están lejos de aquellos tiempos en los que controlaban territorio y ejercían autoridad. Empero como ha dicho Moncayo, existen, están ahí, son una realidad.
La Farc-ep están derrotadas políticamente y diezmadas en lo militar. Anticipemos la negociación política y ensayemos nuevamente la paz, para ahorrarle sangre y sufrimientos a la patria.