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lunes, 9 de enero de 2012

Año nuevo, gobierno nuevo



Por: Horacio Cárcamo Álvarez
El 25 de diciembre apenas despuntando el día conocí en la puerta de mi casa a una niña que escasamente podía alcanzar los diez años. Tenía la dulzura y el encanto de todas las personas de su edad, pero sus ojos reflejaban el dolor que produce la carga pesada de la indolencia de la sociedad y la que genera la bellaquería de los malos gobiernos.
Mientras algunos niños jugaban con los regalos recibidos del niño Dios mi amiguita accidental vendía arepas en una tártara, negocio que no era de su mamá, sino de una tía que le daba a ganar dos mil quinientos pesos si las vendía todas. Esos recursos más lo que lograban la hermanita mayor un año haciendo oficios en otra casa y los que la mamá percibía ocasionalmente lavando ropa ajena constituían los ingresos de la familia, el padre las había abandonado, posiblemente avergonzado por no poder resolver las penurias de la pobreza.
Mi amiguita y su hermana no van a la escuela, no lo han hecho nunca, no saben ni leer ni escribir; en la era del conocimiento son analfabetas. Los niños pobres no tienen otra; tienen que escoger una de dos: comen o se educan. Por desfortuna el hambre puede más que los saberes; el tronar de las tripas logra más que la ignorancia. Por respeto a esos seres humanos no quiero expresar lo que les depara con seguridad el futuro si el gobierno y la sociedad no actúan diligentemente.
Esas dos niñas son apenas el reflejo del modelo de sociedad insolidaria e inequitativa que debe expirar con el liderazgo del primer empleado del pueblo, como se hace llamar el alcalde. Así algunos pocos tengan otra cuenta el triunfo electoral del treinta de octubre fue el resultado de la indignación de los magangueleños que se levantaron contra la corrupción que tiene padeciendo a cientos de familia como la de mi amiguita; sin educación, sin salud y con hambre. A Marcelo nadie lo llevo a la alcaldía, el condujo al pueblo a la victoria.
El presidente Correa ha dicho que en América Latina ganarse las elecciones no es ganarse el poder; es esta la razón que motiva a defender la obra del alcalde y a respaldar sus actuaciones para que el poder no salga de la heredad del pueblo. Las revoluciones no se hacen para ganar y luego entregarlas, hay que defenderlas con identidad de clase y política. El poder no es para hacer lo mismo; es el instrumento para lograr las transformaciones.
El año nuevo se inicio con gobierno nuevo, y la posesión del líder la convirtió la sociedad en un acto de fe y de convocatoria al futuro. La avenida Luis Carlo Galán por momento parecía la plaza de la revolución en la Habana un primero de mayo y las acampadas de los indignados, en Tahrir, Sintagma y la plaza del Sol. Qué bueno sería que ese espacio de la avenida se conociera como el “sector de la libertad”, habida cuenta fue ahí donde el pueblo convalido el rescate de las riendas de su destino como lo expreso Marcelo.
Todo se alinea del lado de Marcelo, que es la orilla del pueblo. Hasta la naturaleza mostro su regocijo con la felicidad de la gente el dos de enero. Esa tarde de la democracia el Sol se oculto temprano para que el calor canicular diera paso a una brisa suave y rica que refresco el ambiente y luego transportó al presidente Santos a este puerto.
Presidente Santos: no deje solo a este hombre providencial en quien hemos depositado nuestros sueños. Ayúdelo, ayúdenos. No quedo nada, todo está por hacer.

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