Por: Horacio Cárcamo Álvarez
Hace pocos se presento en sociedad el proyecto político denominado “La Unidad”. Como su nombre lo indica se trata de un ejercicio, suponemos, bien intencionado donde un viejo sector de la clase política acompañado de nuevos dirigentes, que pretenden la posibilidad de conducir el gobierno local, se han puesto de acuerdo para propender por el triunfo electoral en las próximas elecciones.
Hay que aplaudir la iniciativa, aunque no es muy distinta al cacareado consenso que aflora en todas las temporadas pre electoral. Sin embargo toca reconocer, que en esta ocasión se avanzo un poco más dando una línea filosófica y una declaración de principios, hecho que le imprime mucha seriedad.
Como todas las decisiones políticas “La Unidad” no puede ser perfecta, de ahí, que tenga sus debilidades y fortalezas; sus detractores y simpatizantes; sucede en toda empresa. A los detractores, o mejor, a los críticos, quienes lideran el proyecto tienen que convencerlos de sus bondades y lograr que sean los menos; empero también se tiene que trabajar por no frustrar a quienes aún no pierden la esperanza de que las cosas cambien para bien.
Unas de las debilidades que tiene la propuesta es que parte de auto postulado candidatos, es decir inicia por el final, pero esto tiene como contrapeso el compromiso de hacer la política de otra forma, es decir: sin comprar votos, sin convertir la pobreza en ventaja electoral, sin repartir zin ni cemento. Si esto es sincero y se permite la llegada de otras personas a quienes sectores de la sociedad magangueleña les han pedido su participación en el debate se puede decir con optimismo: hay buena mar.
La presencia en el proyecto de personas como Tito Posso le aporta credibilidad a “La Unidad”, por supuesto insuficiente cuando la percepción, con o sin razón, que se tiene de la clase política no es la mejor, y peor si los hechos así lo demuestran. No es fácil para quienes ya tienen un largo tiempo participando como dirigentes presentarse y decirle a la gente, ahora sí, a partir de ya las cosas son diferentes.
Si se es fiel a los postulados del proyecto, debe invitarse a él dirigentes vigentes en el consciente colectivo; Marcelo Torres y Alfredo Posada tienen que estar ahí, son necesarios en la lucha, son importantes por sus meritorios logros en la vida pública. Las grandes batallas se libran en el campo y la victoria se obtiene con buenos generales.
El momento que vive Magangué, comparable solo con una tragedia exige que se depongan diferencias y se aplacen rivalidades, las contradicciones entre quienes se pueden unir son ventajas para el adversario, y aquí una ventaja que facilite el triunfo de lo que se quiere derrotar significa cuatro años más de los mismo.
Una de las características de las revoluciones es la hermandad en la lucha, a pesar de las enormes diferencias religiosas o políticas entre quienes combaten juntos en el frente. En las revoluciones quien une es el enemigo a derrotar, jamás las identidades.
El ejemplo de constricción es el mejor instrumento para sacar del escepticismo a la ciudadanía. Saulo de Tarso, quien después se conociera como San Pablo de Tarso, de perseguir a los cristiano paso a ser apóstol de Jesús.
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